En los últimos años hemos visto una fuerte tendencia hacia regímenes socialistas o de izquierda, sobre todo en América Latina. En algunos países observamos la vigencia de una sociedad opresiva con gobiernos totalitarios, como el caso de Cuba, Venezuela y Nicaragua; en otros casos, gobiernos de izquierda que han surgido de un proceso democrático y más que por simpatías ideológicas, han surgido por el cansancio del electorado respecto a los resultados de gobiernos de derecha en las últimas décadas; tal es el caso de Brasil, Chile, Colombia y Perú.
Todo lo contrario, sucede en Europa, donde el electorado ha vuelto la mirada a la extrema derecha, principalmente en Austria, Bélgica, Francia, Hungría e Italia donde ha llegado más lejos que nunca y ahora ocupa los primeros lugares; también ha logrado avances importantes en otros países como Alemania, Países Bajos y Polonia en los que constituyen la segunda fuerza política. Sin embargo, eso no significa que en otros países europeos haya avanzado la izquierda; por el contrario, mantienen su vigencia los partidos liberales y conservadores de derecha. En Francia la lista de izquierdas Francia Insumisa obtuvo el 10.1%, mientras que el Partido Comunista Frances obtuvo el 2.3% de la votación. Ahora el Presidente Macron que sólo obtuvo el 14.5% frente al 31.5% de Marine Le Pen, disolvió la Asamblea y convocó a elecciones para el 30 de junio.
Sin embargo, a pesar de esos triunfos, la ultraderecha no decide en la UE, los democristianos, socialdemócratas y liberales constituyen los principales grupos del parlamento europeo. La presidenta Ursula von der Leyen que es democristiana plantea reeditar una alianza para aislar a los ultras y, por el contrario, en el caso de Francia, los conservadores plantean aliarse con la ultraderecha y podrían obligar a Macron (centro) a nombrar un primer ministro de derecha. Esta es una señal de la derechización de Europa, como resultado de la desaceleración económica y del incremento migratorio en la región; las clases medias y bajas que ven mellada su economía, representan un gran porcentaje de la votación; es entonces que los movimientos nacionalistas más radicales y euroescépticos están ganando terreno.
UN VOTO CONTRA LA GUERRA
Es conocido que los ultras no son muy simpatizantes de la integración europea, son más nacionalistas; esto obviamente haría peligrar el futuro de la Comunidad Europea, se frenaría su crecimiento con la no incorporación de otros países como Ucrania (para mencionar lo más mediático) y la no incorporación de otras economías. Esta votación por la extrema derecha, básicamente, ha sido un voto antiguerra, un voto de rechazo a las medidas de la OTAN liderada por EEUU, que dieron una autorización expresa para que Ucrania use armamento de la OTAN para atacar suelo ruso. Esas medidas obviamente no muestran una intención de buscar la paz; por el contrario, lo que buscan es una escalada mayor y encaminar al mundo hacia la 3ra guerra mundial.
La reciente cumbre del G7 en Lucerna – Suiza aprobó una propuesta de EEUU para otorgar un préstamo de 50,000 millones de dólares a Ucrania en su lucha contra Rusia, usando activos rusos congelados como garantía, para lo que el presidente Zelenski de Ucrania fue invitado. Por otro lado, a esta cumbre fueron invitados varios presidentes africanos como el de Argelia, el de Kenia y el de Túnez; con el fin de que contribuyan a promover las iniciativas de desarrollo y migración de Meloni la primera ministra de Italia en África. Otros invitados fueron el primer ministro de la India, el presidente de Brasil y el presidente de Turquía. Podría interpretarse que el izquierdista Lula da Silva de Brasil estaría en coqueteos para abandonar el BRICS, pero esperemos a ver que nos dice el tiempo; esperemos también que la presencia del Papa Francisco como invitado en esta cumbre, no haya sido para santificar estas medidas pre guerra mundial.
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